Actividades extraescolares para niños con necesidades especiales
Podemos afirmar que casi todos los niños tienen algún tipo de actividad extraescolar. Las hay deportivas (en grupo o individuales), creativas (música, danza, pintura…) o de idiomas. O bien otras fuera del horario escolar que son necesarias por alguna dificultad en el aprendizaje o el desarrollo: repaso, logopedia, fisioterapia…
Separaremos este segundo grupo de las primeras, ya que, aunque ocupan el tiempo después del colegio, no han sido “elegidas” por los propios niños y tienen una función de suplementar el aprendizaje.
Aunque de alguna forma todas las actividades extraescolares complementan los estudios y el aprendizaje del colegio, en ocasiones facilitan e incrementan las relaciones sociales, aumentando el círculo de amistades del niño o bien mejoran la creatividad y resultan muy satisfactorias.
Ahora bien, no siempre la actividad que más inversión económica requiere va a ser la más positiva. De hecho, muchas actividades de ocio en familia pueden programarse de forma semanal como una actividad extraescolar.
Pueden ser muy positivas en diversos aspectos:
- Mejorar la confianza en la familia.
- Aumentar la comunicación entre padres y hermanos.
- Facilitar el reconocimiento y reflexión sobre las emociones.
- Utilizar como contexto la naturaleza.
- Etc.
Las actividades extraescolares nunca deberían ser un castigo ni tampoco suplantar aquello que como padres nos gustaría haber hecho de niños. Los niños ya “cumplen” en el colegio, por lo que las actividades extraescolares deberían reunir dos condiciones: ser placenteras para el niño y aportarle beneficios como persona (adquirir nuevas habilidades, descubrir juegos, nuevos compañeros,…) sin percibirse como una sobrecarga.
Cuántos días, qué actividades, cómo prepararlas
Entre las recomendaciones de diversos especialistas tenemos la de que no superen los 3 días a la semana, y es que, de hecho, los niños necesitan tiempo para jugar en casa o en el parque y, sobre todo, para sentir cierto aburrimiento, que en muchas ocasiones da como fruto un juego creativo, inesperado y personal.
La oferta de actividades extraescolares es inmensa, por eso elegir la mejor para nuestro hijo a menudo puede resultar una tarea difícil.
Se aconseja que sea el propio niño quien elija, siempre que se ajuste a su grupo de edad, garantice sus necesidades lúdicas y de descanso y favorezca su desarrollo en las áreas con mayores dificultades.
Los padres podemos ofrecerle las que más se ajustan a esas características y que él/ella elija. Que ellos elijan garantizará una mayor motivación.
Algunos ejemplos de actividades
La danza
Puede ser muy útil para niños con problemas de coordinación, ya que mejora el control corporal, la incorporación del esquema corporal, el sentido del ritmo y la expresión corporal. Puede ser una excelente herramienta terapéutica.
La natación o las actividades en el agua
Resultan muy positivas para niños con problemas motores y de coordinación.
El teatro o la pintura
Junto con la danza, están indicados para niños con timidez y miedo al ridículo, ya que facilitan formas de mejorar su comunicación y fomentar su autoconfianza.
Los deportes de equipo
Pueden ayudar a socializar para los niños tímidos, pero también facilitan aprender a respetar turnos, a compartir, a perder… en niños con impulsividad o baja tolerancia a la frustración, rasgos típicos de los niños TDAH, pueden resultar positivos. También el yoga o las artes marciales pueden resultar útiles en estos niños más inquietos.
El papel de los monitores
Para que haya una buena adaptación es esencial que el monitor que guíe la actividad extraescolar conozca al grupo y tenga una actitud inclusiva y respetuosa con las peculiaridades de cada niño. En un niño con alguna necesidad especial, una experiencia traumática mal llevada por un monitor puede resultar un rechazo hacia la actividad.
Los niños con necesidades especiales suelen ocupar muchas horas extraescolares en terapias complementarias, como logopedia o estimulación. Para ellos la participación en actividades extraescolares como las anteriores debe tener un objetivo principal de satisfacción y no buscar un objetivo académico.
En las actividades el niño debe pasar un buen rato, tranquilo y bien integrado. Para ello es muy importante que los padres puedan comunicarse con los monitores de forma periódica, explicándoles sus necesidades especiales, recomendando algunas pautas personalizadas y facilitando la interacción a lo largo del curso para notificar los cambios que se puedan producir.
Si por una situación añadida (problema de salud, un cambio en la medicación, una época de estrés…) hay signos de fatiga o de rechazo a la actividad, se debe evaluar si, de forma temporal, es mejor suspender la actividad.
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